Ese viernes fue como otro cualquiera, y sin embargo cambió muchas cosas. Nuestro primer beso, el principio de algo que aunque acabó mal, repetiría una y mil veces solo por tenerte una noche más en mi cama.
En el Mamelón, una chica dijo que el primer miembro de una pareja en decirle te quiero al otro, estaba automáticamente en las manos de aquel al que se lo decía. Puedo o no compartir esa idea, pero este no es el tema a tratar aquí.
Sigo sin saber lo que significó tu “me encantas”. Dijiste que no era un te quiero oculto, que tus palabras tenían un significado propio, y que por ahora, este solo lo sabías tu.
Esperaré, esperaré para saber que quisiste decir, te esperaré de nuevo en esa estación.