Llegué a mi cuarto cansada. Tenía ganas de descansar, de
nadar entre sueños inverosímiles y surrealistas y dormir profundamente hasta
que llegase un nuevo día. Así, que eso hice, me puse mi pijama rojo, me tumbé
en la cama y cerré los ojos.
No quise soñar contigo, como otras muchas noches, pero tu
recuerdo volvió a inundar mis pensamientos y a la mañana siguiente solo pude
escribir esto.
“El primer día de nuestras vidas. Nuestras. Esos momentos
que compartes conmigo. Esos abrazos entre las esquinas. Esas miradas que hacen
que me sienta única. Esos malos momentos pasados que matas cada vez que me
besas. Esas palabras que necesitan salir de mi boca. Y ya no puedo soportarlo
más, me acerco a tu oído y te suelto sin más un te quiero. Aunque lo diga
bajito, me gustaría gritarlo tan alto como lo hiciste tu en aquella fiesta. He
decidido seguir susurrándotelo durante todo el día. ¿Mañana? Ya veré si me
deshago o no de tu recuerdo y dejo de murmurar entre sombras”
No hay comentarios:
Publicar un comentario